Enfoque centrado en el (cliente) la persona 3

La idea de este tercer artículo, es poder pensar las dificultades concretas que tiene este modelo para su implementación. Para ello, lo primero que me viene a la mente es la frase de San Francisco de Asís “los santos hicieron las obras, y nosotros refiriéndolas y predicándolas, queremos recibir sólo por esto, gloria y honor”. Es frecuente escuchar en el mundo de la geriatría hacer constante referencia al enfoque centrado en la persona, su importancia, y relevancia pero… se cree que con solo nombrarla o hacer referencia al enfoque la realidad se materializa.

El primer gran problema que tiene el mundo de la gerontología, como todo saber, que tiende a quedarse encerrado en un grupo reducido de sabios, que se iluminan entre ellos. Esto lo podemos observar, cuando se topan sus conceptos predicados, con la realidad del accionar constante de los asistentes, auxiliares, enfermeros o profesionales en la atención diaria a los adultos mayores.

Me animo a esbozar algunas acciones que nos dificultan poder implementar dicho enfoque: el modo de hablar, que es imperativo dando órdenes que se deben cumplir, suponiendo que desde lo imperativo el otro que está dependiente aceptará la imposición.

Este modo de dirigirse al adulto mayor, se hace para hacer las cosas más rápidas cumpliendo los tiempos estipulados para atenderlos, no valorando la subjetividad del adulto mayor, ya que con ese accionar lo estamos cosificando.  Sucede lo mismo al hablar de su salud o de los tratamientos a realizarse, terminan decidiendo otros por él, se hace desde el lugar que la ciencia me habilita a saber qué es lo mejor para él.

Podríamos poner más ejemplos donde se demuestra que lo que cuesta es poder ver al otro como otro, con sus deseos, sueños y búsquedas. Aquí el enfoque, nos para de pies, no dice: “somos iguales al otro” “hablemos de igual a igual” por eso miremoslo como una persona y no como alguien que padece.

Y por qué nos cuesta verlo como un igual?. Claramente porque ese igual, nos hace de espejo, nos obliga a ser empáticos, nos enfrenta con el dolor.  Ahí está nuestro grave problema como sociedad que no podemos “mirar al otro, cara a cara, como un igual”. Claramente esto excede al tema del adulto mayor, porque podemos ver también como nos cuesta ver cara a cara la pobreza de muchos argentinos.

Por ello, el pensar una teoría, y por sobre todo pensar una teoría humanística en el campo de social o de la salud, no obliga a enfrentarnos con nuestros propios dolores, límites y anhelos no resueltos. El animarse a que una Residencia Geriátrica asuma este enfoque es motivarla en su totalidad de su personal para que pueda hacer un trabajo personal en madurez, en poder plantearse los límites personales, sus duelos y sus miedos, sino será imposible poder ser empático, poder dialogar de igual a igual, ser facilitador y acompañar en el tránsito de la vida; que el único modo de hacerlo es hacerlo acompañado.