El Procès ha muerto ¡¡¡vida la independencia!!!

https://www.perfil.com/noticias/internacional/el-proces-ha-muerto-viva-la-independencia.phtml

El 7 de octubre votaron los militantes del Junts per Catalunya,  y con el 55% de los votos decidieron salir del gobierno, con dicho acto, podemos pensar  que  el proces que comenzó hace 10 años se acabó.  Fue un tiempo que llevó a tres partidos políticos catalanes a unirse en función de la independencia y ese eje clave era el que manejó las acciones de gobierno durante estos 10 años. 

Hasta el viernes la política catalana había que pensarla en como si fuera una + donde hay cuatro-cuartos, cortados por dos líneas… que serían Derecha e izquierda, e Independencia o Unionismo.  Con ello podías armar pensar que en la política catalana podías tener ideas de derecha e izquierda pero los unía la independencia o que los unía la permanencia en el estado.

Tiempo atrás en Catalunya hubo gobiernos que se los conoció como el tripartito que fue la unión del Partido Socialista Catalán, Esqueda Republicana, e Iniciativa per Catalunya – Verds Esquerra Unida. El eje de gobierno era una visión del estado de izquierda, en oposición al Partido Popular y Convergencia i Unió.

Al inicio del procés, proceso que proponía la independencia, que nace de grandes manifestaciones populares y reclamo de la gente que cree y busca la independencia como aspiración nacional y sostener un mejor estado de bienestar. Ello llevo a que tres partidos puedan trabajar unidos durante muchos años. Y en otros artículos lo expresé, “partidos que si no hubiera existido el procés, nunca hubieran formado gobierno”.

Como todos sabemos, el acto de conclusión de un proceso tiene un inicio, y desde la distancia histórica me animo afirma que se inició el 28 de octubre de 2017, en el momento que no se pudo, supo, quiso  hacer efectiva la declaración unilateral de independencia.  Dicho no- acto provocó un derrotero de situaciones  donde la iniciativa la tuvo el Estado Español, utilizando la intervención política, el abuso de la fuerza policial y la creación de 3.000 causas judiciales, haciendo que la pata judicial sea la que hace la coerción política.

No hay que confundir el cierre el procés como proceso político, con que el anhelo de independencia se acabó en pueblo catalán, sería muy erróneo pensar que ahora encaja Catalunya perfectamente en el estado Español.  No hay que olvidarse que de lo presupuestado solo se ejecutó en Catalunya el 36% y en Madrid el 184%,  y de las disputas legales que propicia la derecha española sobre el uso del idioma catalán en las escuelas y medios de comunicación.

La imposibilidad fáctica de llevar a término la proclamación de la independencia, provocó un sinsabor tan enorme en las bases de los partidos independentistas que el 11 de septiembre (día Nacional de Catalunya) del 2022 se manifestó con silbidos en muchas de las marchas o actos que se hicieron. Es necesario agregar a este análisis el descontento que vive  la sociedad europea con el ejercicio de los políticos de la función pública y con ello, el sustento de la representatividad.  Pero esto es un hecho que no solo afecta a la política catalana sino también a la española y europea, dando así, la entrada sin freno de la extra-derecha al poder.

Para concluir el análisis podríamos agregar unos datos más. Junts per Catalunya, nace del afluente de la antigua Convergencia (derecha liberal) e independientes motivados por la independencia catalana.  Con la consulta a la bases del 7 de octubre se mostró los dos grandes bloques internos. Es un partido que todavía necesita consolidarse internamente, con una presidenta, la Sra Laura Borràs, que tiene una causa pendiente por fraccionar contratos y desde el exilio un Ex president que propone una independencia mágica, y que cuando la tuvo que hacer efectiva se fue al exilio.  Me cuesta mucho pensar a estos dos actores importantes de la política partidaria y nacional, sin atribuirles una actitud compensatoria y con ello arrastrar a su partido a una posible ruptura.

Es claro que el president actual de Catalunya el Sr Pere Aragonès, está en franca debilidad numérica en el parlamento y con una imagen social no muy alta. Corre el peligro de pedir ayuda al PSOE (que necesita de los votos del partido de Aragonès para aprobar presupuestos en Madrid) que hasta ahora no ha cumplido nada de nada, y es una de las causas de que los partidos catalanes que apoyaron a Aragonès (CUP y JxC) se hayan ido del gobierno.  Confiar en el PSOE es confiar en el “abrazo del Oso” que puede hacer que el independentismo vuelva a oposición y ahora fragmentado.

Puigdemont, nuevamente libre

El 23 de septiembre detuvieron al expresidente de Cataluña, Carles Puigdemont, a las puertas del avión, al aterrizar en el aeropuerto en Cerdeña, Italia. Desde el 30 de junio, los tres eurodiputados catalanes están sin inmunidad parlamentaria (Puigdemont, Comín y Ponsatí) como decidió el Parlamento Europeo. Pero el juez comunitario considera que ninguno de los tres eurodiputados, que permanecen solicitados por la justicia española, corre el peligro de ser detenido y entregado a las autoridades españolas porque las órdenes europeas de detención y entrega cursadas por el Tribunal Supremo español están de momento suspendidas, a la espera de que el tribunal europeo resuelva el conflicto entre la justicia española y la belga.

A Puigdemont lo retienen en Italia debido a una coordinación policial (italiana y española) y un deseo de encarcelarlo dentro de la campaña de juzgar a los independentistas. Lo liberan el 24 de septiembre por la tarde. Lo que se viene repitiendo es: detención, euforia desbocada en Madrid, revés judicial europeo y derrota política en Cataluña. Estos reveses judiciales les pasaron en Bélgica el 3 de noviembre de 2017; en Alemania el 25 de marzo, luego de la sentencia del 1 de octubre (que encarcelaron a los políticos catalanes en España por poner urnas); en el 2019 el juez Pablo Llarena envió una euroorden europea e internacional por tercera vez y ahora nuevamente en Italia. Todas las veces el juez Llarena envió las euroórdenes, luego las retiró o quedaron en nada.

Hasta ahora, el Estado español no perdió tiempo en hacer un juicio a los independentistas sin pruebas claras, así y todo, llevarlos a la prisión. Hoy siguen existiendo unas 3.000 causas contra ciudadanos catalanes por el 1 de octubre y las manifestaciones que siguieron en esos días. Junto a ello, hay 40 implicados en un procedimiento del Tribunal de Cuentas (órgano viciado de claridad legal y con cargos hereditarios) que busca recuperar dinero público supuestamente malversado por la Generalitat en la promoción internacional del procés entre 2011 y 2017; pero en realidad lo único que busca es seguir escarmentando a los políticos catalanes llevándolos a la ruina económica.

Muy naif sería pensar que la justicia española haga tanto el ridículo. Claramente podemos pensar en otro objetivo. No olvidemos que el dictador murió en su cama, y que muchos de los organismos del Estado nunca fueron depurados. Aquí podemos pensar dos temas que se juntan para entender el porqué de estos intentos sin sentido de las euroórdenes. Claramente, el primero es contra los independentistas, y el otro es Pedro Sánchez.

No por nada, la ministra Carmen Calvo y vicejefa de gobierno afirmó: “que esta situación no afecte a la aprobación de los presupuestos que tanto necesitan los españoles”. Sin el apoyo de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC, partido que gobierna en coalición en Cataluña), es probable que no se aprueben y que sea una presión para adelantar las elecciones generales en España. Cobrándose así, lo realizado por Pedro Sánchez a Mariano Rajoy en 2018 –el presidente conservador cayó por la moción de censura impulsada por el PSOE-. Por otro lado, a ERC se le dificulta apoyar a un gobierno central que propone diálogo y quiere poner preso a Puigdemont, no frena los otros juicios y no dialoga de “amnistía y autodeterminación”.

Esta acción fue para demostrar a Pedro Sánchez que hay estructuras del Estado (como la judicial y policial) que no responden directamente a sus órdenes, y no tiene que ver con la división de poderes. Que generar más tensión en Cataluña está en función de que se saque el apoyo al gobierno socialista, y obligar al PSOE a girar a la derecha en cuestión de derechos fundamentales.

https://www.pagina12.com.ar/371364-puigdemont-nuevamente-libre

De la independencia de Catalunya a los indultos

Recorrido desde la independencia en octubre de 2017 a los indultos de junio de este año.

Les propongo en este artículo repasar algunos hechos que desde octubre del 2017 se vienen sucediendo hasta llegar a los indultos de junio de 2021.

Luego de la declaración de independencia el 27 de octubre de 2017, se produjo un hecho que a muchos nos sorprendió: la declaración no era sostenida y, ante las presiones del gobierno español, parte del Govern partió al exilio y otra parte permaneció en el país y enfrentó cargos de sedición por los que sus artífices fueron enjuiciados y luego condenados.

Lo único que siempre me quedó claro hablando con varios de los actores de todos esos hechos fue: “la independencia de Catalunya no hay que hacerla con la sangre de nadie”. Se tenía muy claro cuál era el límite. Haberse atrincherado en el Parlament o en el Palacio de Gobierno, hubiera sido una situación clave, pero el Estado español hubiera entrado a cualquier precio, y ese precio el Govern catalán no quería pagarlo e iba contra el principio expuesto: independencia, sí; pero sin sangre.

Entonces, ¿por qué se hizo todo lo que se hizo y se llegó a votar el 1° de octubre? Claramente, el independentismo y dirigentes pensaron que Europa iba a acompañar esa demanda democrática y que el Estado español tenía unos límites que enseguida quedó a la vista de todos que no eran tales, pues el único límite que, en este asunto, tiene el Estado español es lo que sus órganos políticos llaman «la unidad indisoluble de España».

La movilización del 1° de octubre fue la mayor manifestación de desobediencia civil de un pueblo con una larga historia de lucha por la soberanía nacional frente a un Estado que, en el siglo XXI, permanece sordo a todo reclamo. Pensar cómo se preparó ese día, y entender las alianzas que se hicieron con los catalanes de Francia para ingresar y guardar las urnas para ir, finalmente, a votar y defender los colegios electorales, fue una épica que quedará en la historia colectiva y que marca más fuerte una identidad.

Lo que me animo a afirmar es que fueron momentos de muchas convulsiones, con muchas decisiones improvisadas, con una Europa indiferente, un club de naciones que no se la iba a jugar. Aunque sí se sabe que, hubo un llamado de Merkel a Rajoy al mediodía y se acabaron los actos represivos en los centros eleccionarios. Queda claro ahora, es decir, mirando las cosas en perspectiva, que el objetivo del Estado español era empujar a la gente a votar en cualquier lado o a no votar, imponer el padrón universal y no el acostumbrado, anular centros de votación. Logrado esto, ya todo el comicio quedaba en tela de juicio. Y para el club europeo era una situación difícil de defender.

Todavía más difícil es comprender, en términos políticos, la actitud de parte del Govern luego del 27/10/17. Vuelvo a afirmar que, en mi opinión, no hubo un claro plan orquestado. Fueron

acciones que se sucedieron pensando que se forzaría un diálogo, que se negociaría una salida pactada. Pero lo único que se logró fue mayor represión e injusticia del Estado español. Los juicios a los dirigentes catalanes fueron la diáfana expresión de esta injusticia. El procedimiento facilitó la «prueba» de actos de violencia que nunca existieron. Se trató de un juicio que, más que la búsqueda de la verdad, lo que procuró fue sentar un precedente aleccionador.

Sin embargo, los hechos fueron más ricos que los designios de quienes fraguaron la pretendida ejemplaridad de los castigos. Y así, por una parte hubo dirigentes presos en España con condenas desproporcionadas mientras que, por otra parte, los que lograron exiliarse podían neutralizar cualquier medida que los jueces españoles solicitaran a sus pares europeos. A lo que hay que agregar que tres exiliados con inmunidad derivada de su condición de eurodiputados han logrado demostrar, paulatinamente, las inconsistencias de lo actuado por la justicia española en el caso de los líderes políticos independentistas.

Y así llegamos al 2021 con unos indultos que a la mayoría del pueblo español tiene sin cuidado. Un pueblo que está preocupado por la recuperación económica y la vuelta a la normalidad en medio de las angustias de la pandemia. Sólo se ocupa del tema la derecha más rancia, y lo hace en los medios, en la justicia y en el Parlamento.

Consideración aparte merecen los indultos. No es del caso asegurar ni negar la sincera vocación de justicia de Pedro Sánchez. Tal vez sus principios ideológicos y sus conocimientos jurídicos le estén indicando que, efectivamente, el juicio fue desproporcionado. Lo cierto es que el indulto perdona la pena, pero no borra el delito.

Sin embargo, ya empiezan a manifestarse los organismos europeos con mayor contundencia sobre la situación judicial y procesal de los líderes políticos presos. El Consejo de Europa, órgano consultivo pero que nombra jueces, aprobó, el mismo día de los indultos, un informe favorable a los independentistas con 70 votos a favor y 28 en contra. Y, por su parte, Rull, Cuixart y otros presentaron, el mismo día de los indultos, el reclamo al Tribunal de DD.HH. de Estrasburgo por las irregularidades sucedidas en el juicio. De esto se desprende que Europa irá dando la razón a los presos independentistas, porque claramente no hubo violencia imputable al pueblo en los comicios del 1° de octubre y con ello, no se sostiene ninguna de las acusaciones.

Pero está el tema de los fondos de Europa para la recuperación post-covid. No sería extraño que, así como Merkel, llamó a Rajoy para decirle “paren de pegarle a los votantes”, del mismo modo Europa esté diciendo ahora “la plata está si se libera da los políticos”. Hay afirmaciones que no son gratis en Europa y comparar a España con Turquía es una mortificación al narcisismo, pero no darle el dinero del fondo de recuperación es minar las expectativas reeleccionistas de Sánchez, que sabe que, si usa bien los fondos, los españoles lo vuelven a elegir.

Libres los dirigentes, continúan los juicios contra tres mil personas que, de un modo u otro, participaron en los hechos del 1-O. Es claro que el régimen franquista no fue desterrado. A su vez,

se realizarán juicios en el tribunal de cuentas, totalmente objetado (no son jueces, y hay nepotismo en la designación de los cargos), tendrán la consecuencia de llevar a la pobreza a muchos de los independentistas, embargando sus bienes, está el absurdo del enjuiciamiento del Conseller Mas Collel, -uno de los intelectuales de mayor renombre- que no era miembro del Govern durante los hechos del 1-O. Pero es tal el despropósito que se enjuicia a todo el que pueda ser instalado -aun arbitrariamente- en el lugar de la sospecha.

Claro que todo esto no es casual, pues se busca, de este modo, torpedear la mesa del diálogo. Se le nuestra que, la represión, de un modo u otro, no cesa y, de paso, se le marca la cancha a Sánchez precisándole límites a un eventual anhelo de discrecionalidad en su gestión.

La democracia avanza, aunque no al ritmo que sería de desear. Europa verá votar de nuevo a Escocia y habrá otros pedidos de soluciones pactadas a través de las urnas. El tiempo está a favor de una solución pactada y democrática. Hay que ver si los partidos independentistas logran sostener el pulso a esos tiempos que, como nunca, requieren, en dosis iguales, tanto de paciencia como de inteligencia ya que son líneas políticas diferentes que solo los unen el objetivo de la independencia.

El Rey, eje del régimen del ’78

Aun sin ser periodistas -o precisamente por ello- recurrimos al enfoque holístico de los sucesos para tratar de entender por qué suceden las cosas y, en límite, para saber si lo que aparenta suceder es, en realidad, lo que de verdad está sucediendo.

Aquel enfoque integral de los fenómenos encuentra anclaje en mi formación de base, la filosofía, a la sociología y la psicología, herramientas útiles para entender desde una mirada más compleja y abarcativa las situaciones que reclaman atención. El lector juzgará acerca de la felicidad o infelicidad, de la eficacia o ineficacia de este cometido.

España, hoy en día, se debate entre sostener el sistema institucional plasmado en la constitución de 1978 o abrirse al reclamo -presumiblemente amplio- de una sociedad que quiere vivir de otra manera.

La realidad española de hoy, por compleja y dramática, puede -y tal vez debe-  ser leída en términos extrapolíticos, por caso, incoporando al análisis el concepto lacanaiano de «imaginario», es decir, ese lugar de las ilusiones del yo, de la alienación y de la fusión del sujeto con el cuerpo de la madre. Veamos:

Lo último que nos deparó el proceso político en Catalunya fue una resolución del conflicto transitoria y basada en una violencia represiva fuera de toda medida y proporción. Claramente se estaba defendiendo allí algo más que «el orden». Y ese algo más se resume en un apotegma remanido: la «unidad indisoluble de España».

Hay una pregunta que bien puede ilustrar el tema en cuestión: ¿qué es lo que hace que unos matrimonios puedan divorciarse en paz pero que impone que la separación de otros sea una batalla campal?

Creemos que, en el primer caso, las cosas ocurren civilizadamente porque los protagonistas del divorcio se han manejado con franqueza, realismo y objetivaron el problema. Ambas partes han asumido que la cohabitación y la comunidad de bienes son inviables y perjudiciales y, por ende, hay que ponerles fin. En el segundo caso, en cambio, subjetivizan el problema, y es una agresión directa a su integridad, a la imagen que formaron durante tiempo con sus amigos o parientes. El problema es la rotura o caída de lo que quisieron mostrar, genera un desmoronamiento al narcisismo provocando una gran violencia interna que la expandimos al exconyuge.

La metáfora, así, nos invita a pensar.

I.- ¿Por qué la violencia del 1° de octubre, cuando los civiles iban a votar? ¿Era necesaria? Podían, en ese momento, quitarle valor legal al acto eleccionario. Pero fueron más allá. Cruzaron un límite. Reprimieron, necesitaron encarcelar y golpear a gente indefensa. Eran los golpes con que el odio tomaba nota de que los catalanes, con su expresión democrática y con plena libertad de conciencia, estaban «destruyendo mi concepción de unidad territorial, mi territorio, mi imagen difundida». Lo cual era una alucinación, por cierto, pues lo que el odio denomina «unidad territorial» es irrelevante en la medida en que es una unidad que se asienta en la pura violencia, en tanto que la unidad que verdaderamente importa, que es la espiritual y cultural, esa no ha existido jamás y sustenta el anhelo, perenne y eterno, de independencia y libertad.

II.- El discurso del Rey Felipe VI. Un discurso con el que sólo miró a una parte de la sociedad y no le interesó dejar afuera a gente que supuestamente eran sus súbditos.

III.- Los Guardias Civiles, que al ir a Catalunya cantaban: “a por ellos…”, dando por descontado que ya no son parte de un todo. No son parte de ese cuerpo social. Son los enemigos de mi imaginario colectivo.

IV.- Un juicio a los políticos independentistas donde no se comprobó que hubiera violencia o malversación de fondos. Igualmente fueron presos.

V.- Un comisario Villarejo, hoy preso, que inventaba pruebas para dañar a independentistas.

VI.- Dicho comisario con la amante del rey, lo cual es otra prueba, por si faltaba alguna, de cuál es la catadura moral del «emérito», nada ajeno, por cierto, a estos enjuagues.

Lo del padre del rey de España oscila entre lo patético, lo vergonzoso y lo delictivo. Si ocurriera entre los pobres sería noticia policial. Por caso, un padre en el conurbano bonaerense, que tiene historia de infidelidades constantes con su esposa, que la plata la gana de una manera no legal, que hace mucho tiempo no vive con su familia y que decide cazar animales que están prohibidos. Los trabajadores sociales se acercarían a esa familia como a una familia disfuncional.

Y si le agregamos que ese “Pater Familiae”, condecoró -como Jefe del Estado español- a 54 genocidas argentinos e hizo grandes negocios con criminales de similar ralea, ¿cómo llamaríamos a esto?

Los grandes partidos del Estado español, el PP y el PSOE, no dudan en ningún instante en defender a ese Pater Familiae en nombre de la defensa de la Constitución, y vemos como arrastan a Unidas Podemos a callar o a decir: “los trapos sucios se lavan en casa”. Claramente mantengamos el imaginario.

Hay verdades que el siglo XXI viene gritando a voz en cuello y en estentóreo diapasón: el ciudadano reclama una vida más digna, más transparencia con los dineros de sus impuestos, el cuidado de la educación, y la salud pública.  Seguir sosteniendo un imaginario que ubica a la «figura del rey» en el lugar de la virtud y que alimenta la ilusión de que ello nos hará más completos y, por ello, más felices, es una falacia.

Claramente el «emérito» sólo miró por sus negocios, y nunca dudó en ser lobista con cualquiera. Lo penoso es que ciertos políticos no se den cuenta de que seguir sosteniendo un imaginario alejado de la realidad será caer en una situación difícil de recomponer.

Todo muestra hoy, en España y en Catalunya, que el régimen del ’78 camina por un desfiladero.

Josep Puig Bóo.

Presidente Mutual Catalana.

https://www.perfil.com/noticias/opinion/juan-carlos-I-eje-regimen-espana-comenzo-1978.phtml

El espíritu de la democracia y la administración de justicia

En los años 90, tuve la suerte de conocer a un sacerdote dominico francés que era especialista en uno de los Documentos Conciliares, Lumen Gentium, un hombre de mente muy abierta y mirada profunda.

Su planteo de base era que en la Iglesia no había penetrado profundamente el Espíritu del Concilio Vaticano II. Éste había sido -según el dominico francés-  un Concilio del cual surgieron grandes documentos, con líneas directrices claras, pero la Curia y el derecho canónico habían quedado al margen.

Treinta años después, vemos cómo los conservadores en la Iglesia frenaron todo cambio y que los cambios que aplaudimos, no dejan de ser de forma.

Realizo esté planteo, para que nos ayude a entender con mayor facilidad que hay un poder detrás del poder.  Que uno piensa que un Presidente, o un Papa, con sólo llegar al cargo, tienen la sartén por el mango. Si quieren, podemos decirles… sí la tienen, pero les recuerdo que los que se mueven a su lado son los que poseen: las papas, el aceite, las cebollas para hacer la tortilla y que, con un poco de astucia, pueden escamotearles los ingredientes, con lo cual, por muy presidente o dignatario que alguien sea, nunca podrá cocinar como le place o, en el caso, hacer la tortilla que se había propuesto.

Eso está quedando cada vez más claro en España. Han quedado en el Reino muchos reductos de poder donde el espíritu de la transición nunca o casi nunca pudo ingresar.

Lo dicho tiene, en el caso Villarejo, su evidencia. Una colusión fraudulenta gestada entre áreas del ministerio del Interior, medios de comunicación y presuntas «manos limpias» – Asociación de derecha que proporcionaba la transparencia- (hoy, ese papel lo hace Vox), terminan por armar tramas sin demasiado fundamento y con datos siempre equívocos que, una vez publicadas, son tomadas por los jueces y el resultado buscado es gente enjuiciada, inhabilitada o presa.

El caso de Dolors Bassa (Ministra del Gobierno Puigdemont que está presa)  es paradigmático.  Se la juzgó y le dieron nueve años de prisión por decisiones que había tomado Clara Ponsatí (Ministra que era la responsable cuando se dio el referéndum). Nada de ello importó, porque la decisión de incriminarla fue tomada con anterioridad, el resultado del juicio estuvo cantado y los jueces ni se molestaron en disimular tal circunstancia: se los solía observar, a veces, jugueteando con sus celulares sin prestar atención al desarrollo del procedimiento.

La anomalía que comentamos -que más que anomalía es una aberración-  no perjudica sólo a políticos. Valga por lo dicho el caso del señor Rosell, ex presicente del FCBarcelona, que sufrió dos años de prisión preventiva, al iniciarse el juicio se lo dejó en libertad y luego se comprobó que no había razones objetivas para sustanciar un juicio en su contra. Pero los dos años de libertad perdida … están perdidos para el señor Rosell. A su turno, la jueza Lamela fue premiada por lo hecho y enviada al Superior Tribunal.

El juego de obscenidades se supera a sí mismo. Su último capítulo muestra a la Junta Electoral Central (JEC) – órgano administrativo- sancionanado al President Quim Torra por el «delito» de haber exhibido una pancarta alusiva a los presos políticos en medio de  la campaña electoral. El President reconoce su desobediencia y la Junta lo inhabilita. Un exceso, a todas luces. Pero nada importa cuando el poder judicial es un medio para obtener resultados políticos.

Veamos. Es interesante pensar cuándo suceden las cosas. La JEC inhabilita a Torra en medio de la investidura del Presidente Sánchez, claramente para presionar a Esquerra Republicana (ERC) para que no apoye dicha investidura. El president Torra, hace todas las presentaciones legales necesarias pero ninguna solicitud resulta a su favor. Claramente, la justicia española  (que “está atada y bien atada”) sigue presionando y recuerda que Torra está  inhabilitado, en momentos en que debería empezar el diálogo entre el Gobierno de Madrid y el de Catalunya. Se busca, así, de antemano, el fracaso de tal diálogo.

¿Cómo seguirá? Lo probable es que Torra seguirá siendo President, ya que no es diputado, ya que la decisión de la JEC afectó sólo a su escaño.

Pero el fracaso, si las cosas son así, es el fracaso del sistema político que, en vez de gestionar la crisis abocándose a lo que realmente importa, se pierde en un juego espurio de maniobras y chicanas en pos de objetivos pequeños. Los problemas que le interesan a la gente son otros. Se trata del derecho a decidir, de la autodeterminación, de la salud, de la educación, del cambio climático que está destruyendo el planeta.

Esta realidad, por dramática, no puede esperar. Nadie se puede dar el lujo de soslayarla, salvo  -tal vez-  la Iglesia, que no gobierna a nadie y tiene todo el tiempo del mundo para pronunciarse sobre las cosas del espíritu.

Pero el espíritu que, en lo inmediato, importa a los pueblos es el espíritu de la democracia. Es urgente que los políticos gobiernen. Y gobernar, hoy, es, más que nunca, reformar un poder judicial donde el espíritu de la democracia   -pasados más de cuarenta años- no ha podido ingresar.

Catalunya, sin salida

En estos días, mucha gente que alguna vez me leyó o me vio en la televisión  me pregunta: ¿cómo seguirá el tema catalán? ¿Qué final tendrá?

Cuando escribo un artículo o pienso un proyecto laboral, siento la necesidad de que tenga algo superador, que sea un proyecto que pueda llevar a los actores eventualmente involucrados  a un mayor nivel de profesionalización o estabilidad para que el proyecto se  sostenga en el futuro como objetivo alcanzado y autosostenido. Del mismo modo, al concluir una nota, siempre he procurado una lectura de los hechos  analizados al cabo de la cual el lector pueda inferir que, pese las complicaciones del acontecer político y social, siempre se vislumbra una salida.

Pero hoy, en Catalunya, el acontecimiento exhibe una impronta de rigidez y crispación, lo cual inviste a la coyuntura con los atavíos del pronóstico difícil. Y quien más contribuye a  esta incertidumbre es el propio presidente en funciones del gobierno español, el señor Pedro Sánchez, debido a que todo lo muestra inflexiblemente aferrado a un juridicismo constitucional que, a esta altura del proceso independentista, luce, una vez más, ciertamente inconducente.

Su lógica  -la lógica del gobierno español-  no consulta, en primer lugar, la solución negociada, sino una especie de rendición incondicional. Estima, así, el señor Sánchez, que una campaña electoral con el conflicto de los presos catalanes en el dentro del debate, puede rendirle los frutos apetecidos: obtener más escaños en el Parlamento y, con ello, gobernar sin compartir el poder con nadie. Un caso de manual acerca de cómo usar electoralmente un conflicto político.

Pensar en la postura de Sánchez – inacción y conflicto permanente- , remite al recuerdo de un pasado ominoso: supo decir el general y regente de España, Boldomero Espartano: “Por el bien de España, hay que bombardear Barcelona una vez cada 50 años, para mantenerlos a raya”. Eso dijo y, efectivamente, así sucedió en los años del Señor de 1651, 1705, 1713-14, 1842, 1909, 1937 y 1938.

Lo grave de la cuestión catalana estriba en que el río del tiempo fluye, casi eterno de tan obstinado, y ningún gobierno central tiene soluciones. Más bien parecería que no quiere tenerlas. Pues, si a lo largo de la historia nunca se dialogó, ¿por qué hacerlo ahora? Si a los catalanes siempre se los mantuvo a raya y con el actual estatus se ha arribado al presente, ¿por qué cambiar dicho estatus?

Claramente, Catalunya no encaja en España. Y el problema exorbita sus dimensiones jurídico-políticas para devenir contencioso de esencia cultural. Los catalanes, a lo largo de su historia de deseo inasimilable  de independencia y de poder insuficiente para lograrla, no sólo han sido bombardeados, sino que también se atacó su idioma y se trató de hacerlo desaparecer. Y es la lengua la esencia de la identidad catalana, como  es la cultura el cimiento sólido de su nacionalidad. Y si para extinguir una nación  quisieron destruir su lengua, ello también explica, en última instancia, las inflexibilidades políticas de hoy, que hunden sus raíces en aquella genealogía remota.

De ahí nace, pues, esa obsesión de hoy que se expresa en el programa y la ideología de los partidos Popular, Ciudadanos, Vox y, frecuentemente, también el PSOE: intervenir colegios, relegar el idioma, arrinconarlo en el arrabal de los exotismos solamente pintorescos para, de ese modo, persistir en el irrealizable designio de someter a Catalunya.

Entonces, el punto muerto se resignifica y aparece otra vez. ¿Para qué negociar? Uno se sienta a negociar cuando quiere cerrar un tema y obtener algún beneficio. Pero aquí, en el caso catalán, los beneficios los obtiene España sin necesidad de negociar y sólo con imponerse.

El sábado 19 de octubre el presidente de la Generalitat invitó al presidente Sánchez a dialogar. Y, como siempre, la condición básica fue: dentro de la Constitución, todo; fuera de ella, nada. Pero… si el problema es, precisamente, el encaje de Catalunya en la Constitución. Con o sin ella, con o sin la Constitución (o con o sin Catalunya), hay que encontrarle una solución al problema.

Y la Constitución luce como intangible e intocable según sean las circunstancias y las conveniencias. Porque en el verano de 2011, esa misma Constitución se reformó para sostener la estabilidad presupuestaria de modo que ésta quedara fijada por mandato constitucional. Fue una reforma hecha con las mayorías que proporcionaron el PP y el PSOE y a pedido del Banco Central Europeo. Es decir, la Constitución no es el límite, es un instrumento.

Es llamativo ver como tantos catalanes no paran de manifestarse y mostrar su descontento. Lamentablemente, luego de nueve años de constantes marchas pacíficas, hoy aparecen muestras de violencia que no son queridas por nadie. Las mayorías catalanas son pacíficas.  Pero… nueve años de marchas pacíficas y dieciocho pedidos de referéndum, ¿sirvieron para algo?  Marchar y reclamar no ha hecho que los políticos de Madrid se sienten a hablar.

Su estrategia es ignorar a la espera de que los melones de acomoden solos en el camino. O esperar que las cosas se salgan de su curso pacífico para intervenir nuevamente Catalunya a causa de  los disturbios callejeros. En este sentido, hay videos que muestran la ambigüedad del ejercicio represivo: no se percibe bien si la policía quiere la calma o aviva el fuego.

Con pena, me animo a afirmar que no habrá (por ahora) posibilidad de diálogo y con ello, de resolución del problema catalán. Y la Unión Europea (UE), en este tema, es parte del problema, no de la solución. Desde Bruselas se ve el asunto catalán en línea con las tendencias secesionistas que, en formato populista, aquejan a casi todo el continente. Pero Catalunya no es, en primer lugar, secesionista, es soberanista. Y la ideología de la independencia nacional catalana no es el neofascismo. Quim Torrá no es Mateo Salvini. Puigdemont no es Marine Le Pen.

Europa, en fin, es un club de países que han prohijado una burocracia gubernativa transnacional que se halla demasiado ocupada en demostrarle al mundo y a sí misma que su viabilidad no está en discusión. Lo cual … está en discusión, por cierto.

El conflicto persistirá en Catalunya  y su intensidad se irá modulando en función de múltiples variables. Seguirá habiendo presos, se seguirán bloquendo las páginas web que no sean funcionales al «orden». Se seguirá intimidando periodistas. Es la política del Estado español que preside Pedro Sánchez.

Los políticos catalanes siguen bastante perdidos en cuanto a cómo canalizar el enfado popular (que también es hacia ellos) y que no pueden gestionar. Las organizaciones civiles y la gente en las calles seguirán tensionando la cuerda. Y si en esa dinámica sucede algo -que, hasta ahora, es imprevisible-,  ello tal vez obligue a Sánchez a dialogar.

Y lo que hay que poner en cualquier mesa de diálogo es una salida democrática al conflicto catalán. En clave de aquella  tragedia de Sófocles, la independencia de Catalunya es  -como el deseo de Antígona lo era para Tebas y para su rey, Creonte- inasimilable para la España franco-borbónica gestionada por el PP y el PSOE.

Catalunya  se halla, como Antígona, atrapada entre la ley y el deseo. Y su deseo es inasimilabe e irrecibible por el sistema, por la España franco-borbónica. La resistencia pacífica del pueblo catalán  -resistencia que también es una búsqueda-  es el elemento excluido del sistema.

La pregunta que hay que hacerse, entonces, es ésta: ¿no es, acaso, siempre, un elemento excluido del sistema el que asegura el espacio de posibilidad del sistema?; ¿cómo se deja de ser el elemento que asegura la posibilidad del sistema?

He ahí la fuente de un conflicto eterno. Pero todo lo eterno, en la Historia, tiene fecha de vencimiento.

Sentencia a los políticos catalanes

https://www.perfil.com/noticias/opinion/opinion-josep-puig-boo-sentencia-a-los-politicos-catalanes.phtml

Un día antes de conmemorar el 79º aniversario del Fusilamiento del Presidente Lluis Companys, tomanos consciencia de otro desatino del Establiment político-económico de Madrid en contra de los Catalanes.

La claridad de la sentencia es que las penas son por Sedición y Malversación.   Que se entiende por Sedición: “el alzamiento público y tumultuario para impedir, por la fuerza o fuera de las vías legales, la aplicación de las leyes o el cumplimiento de sus acuerdos, o de las resoluciones administrativas o judiciales”.

El Magistrado emérito del Supremo, el Dr Martín Pallín, afirma contundentemente: “No veo la sedición en ninguna parte, porque la sedición exige un levantamiento público y tumultuario” no se cumple la relación de causalidad que tiene que regir en cualquier delito”. “Yo no veo la relación de causalidad entre el que, según la sentencia, sucedió el 20-S o el 1-O y la condena a la presidenta de un Parlamento o los miembros de un gobierno como el catalán. La causa de la independencia es la hoja de ruta que empieza por unas leyes parlamentarias, y el que pasó el 20-S y el 1-O no tiene nada que ver con aquellas leyes. Hacer este salto al derecho penal es desproporcionado”. Todo esto afirmado a la Cadena RAC 1 de Barcelona.

Al realizarse la requisas a la Consellería de Economía, los oficiales que lo hicieron, pudieron llevarse toda la información que consideraron oportuna, requisaron mas oficinas que las que decía el escrito del Juez,  tuvieron un cordón de la policía autónoma Catalana para retirarse… y así y todo, plantean que hubo violencia y por ello, tienen penas de prisión de 9 años los dos activistas civiles conocidos como los Jordís.

En el Escrito condenatorio,  le imputan penas de 12 años por haber dejado utilizar las escuelas para la votación del 1-O, a la Consellera Bassas, diciendo que ella se responsabilizaba de lo que pudiera suceder y autorizó.  El gran problema es que siendo el juicio más importante que vive la Democracia Española, no se le puede imputar a la Consellera de Trabajo, cosas que dijo la consellera de Educación la Sra. Ponsatí que está en el exilio en Escocia.  Me parece de una gravedad muy seria, imputar delitos (que no sabemos si lo son) a una persona que no lo es. En el juicio de mayor importancia de la democracia Española, un error de estas características habla por sí solo. No importan los hechos, importan las penas.

Dicha afirmación también la hace la abogada de Jordi Cuixart,  la Dra Marina Roig, que no tiene empacho en afirmar que no se tuvieron en cuenta ninguna de las pruebas presentadas donde se demuestra que no hubo violencia el 20-s y que el subirse al auto de la policía (que lo dejaron adrede con las puertas abiertas y con armas) fue para descongregar a la gente y que toda la manifestación concluya en paz. No hubo ningún acto de violencia explicito, pero solo en la sentencia se escuchó a policía y se hizo caso omiso a las grabaciones que desmontaban esos dichos. Nuevamente se sostuvo dichos para la sentencia y no hechos.

El caso de Malversación hay que recordar que las finanzas de Catalunya estaban intervenidas por el gobierno central y que el Pte Rajoy y su ministro de Economía afirmaron en sede parlamentaria que no se había usado ningún euro para el referéndum.

Pero, por otro lado, el diario crítico del 14 de octubre de 2019,  hace un análisis diciendo: “El Supremo, en el folio 150 de los 493 de la sentencia, deja bien claro que los hechos juzgados se deben más a discrepancias y guerras políticas que no deberían trasladarse a los juzgados. Por eso, se recuerda de manera contundente a modo de bronca a los poderes políticos:. «Esta Sala ya ha tenido oportunidad de llamar la atención acerca de la necesidad de abordar una regulación de esta materia que excluya el riesgo de trasladar al proceso penal la contienda política (…). Y no deja de ser significativo que los frustrados trabajos de reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal excluyeran expresamente del ejercicio de la acción popular a los partidos políticos (cfr. art. 82.1.d) del Proyecto de Reforma de 2011 y art 70.2.d) de la propuesta de Código Procesal Penal de 2013)».

Demás está decir entonces, que el Supremo le hizo el caldo gordo al Establiment político económico que solo sostiene bajo toda ley la “unidad de España”. Pero al hacerle el juego, corre el riesgo de sentar las bases a lecturas mas ambiguas del concepto de sedición, pudiéndose aplicar a los muchos estilos de manifestaciones que quieren defender derechos sociales, como por ejemplo: los desalojos.

Lo que queda en estos días, es gran parte de la población catalana que cree que es injusto  que políticos estén presos por cumplir con sus palabras y llevar a término lo que habían planteado en la campaña para ser elegidos. Ciudadanos Catalanes que vienen “empujando” la búsqueda de la independencia a través de un referéndum pactado y solo encontrar una pared que dice: NO. Es necesario afirmar que en Catalunya se está jugando el ejercicio de la democracia del S. XXI, no se juega solo la independencia, se ponen en juego todos los derechos civiles y sociales, y por sobre todo la resolución de los conflictos de una manera adulta y democrática… en las urnas.

Detenciones vs Diálogo

En estas horas habló el portavoz de Jueces por la Democracia,  manifestando su preocupación por la actuación mediática de la fiscalía en el caso de la detención de los 9 ciudadanos independentistas pertenecientes a un CDR (Comité de Defensa de la República – Catalana-). El caso es que resulta muy evidente que la preocupación primera es mostrar  a la prensa y a la sociedad española, la presunta relación de los CDR con el terrorismo.

Pero no podemos pasar por alto el análisis del comunicado de prensa de la Guardia Civil, que dice: que podrían estar preparados, presuntas actividades delictivas, se secuestaron precursores susceptibles para armar artefactos. Todo en condicional, pero los medios periodísticos no lo ponen en condicional. Y a estas alturas ya de los 9 detenidos hay 2 liberados con cargos.

Siempre es muy difícil afirmar que no haya un “trasnochado”  maquinando alguna acción violenta como respuesta a la imposibilidad de diálogo o a la imposición de una sentencia viciada contra los líderes independentistas.

Pero lo que es innegable es que después de 8 años de grandes manifestaciones, de consultas populares, de las votaciones del 9-N y, luego, del referéndum del 1-O, nunca se promovió la violencia. Es más, con toda claridad puede afirmarse que el exilio de los políticos catalanes fue una opción por la paz, pues no quisieron propiciar que la gente saliera a las calles a defender el «27 O», es decir, la proclamación de la independencia. De ese modo se evitó la violencia.

El caso de los 9 detenidos nos hace  recordar el caso de Adrià y Tamara Carrasco, que fueron acusados de terrorismo y rebelión. Ordenada también por la Audiencia Nacional, agentes de la Guardia Civil detuvieron a Tamara Carrasco en abril del año pasado, mientas que Adrià Carrasco se exilió en Bélgica. Los dos eran activistas de los CDR y los delitos que les atribuyeron inicialmente, en plena ola de criminalización de los CDR, desaparecieron al cabo de unos meses.  La operación de este lunes parece calcada de aquélla.

La lógica utilizada por el poder central se despliega en dos direcciones. La primera es instaurar en los medios y la opinión pública que el independentismo es violento, y se compara la reivindicación independentista, con la ETA. La segunda es la electoral: pongamos enfrente al malo, armemos la división, para que el resto de España acompañe al único adalid que la puede efender del enemigo. Eso no es la verdad sino la construcción de una relato.

Claramente, el poder central ha entendido que el proceso independentista no está únicamente en la mano de los políticos catalanes, sino también de la ciudadanía.  Por eso, los primeros en ir a prisión fueron dos activistas sociales: Jordi Sànchez presidente de la ANC y Jordi Cuixart,  presidente de Omnium cultural.  Luego, se intentó judicializar a muchas personas que habían ido a votar el 1-O, a Valtonic (un cantante) a los aludidos  Adrià y Tamara Carrasco y ahora a estas nueve personas.

Lo que se está buscando es generar miedo para que la gente no participe y no se exprese. Y se justificaría, de ese modo, el nuevo desembarco de la Guardia Civil en Catalunya para que pueda frenar o debilitar, mediante la amenaza represiva, la protesta pacífica ante a la sentencia contra los políticos independentistas enjuiciados.

Por ello, hay que mirar las cosas con más calma. Debemos darnos cuenta de que el problema catalán excede el planteo de Independencia de una región o país histórico. Esto ya responde al problema derechos civiles y participación ciudadana.

Al Estado español no le interesa sentarse a dialogar porque no tiene nada que ofrecer. Opta, entonces, por la carta violenta: envía guardias civiles para que actúen contra ciudadanos que votan, o utiliza al poder judicial para perseguir, o manipula los medios de comunicación con información en condicional.

El Estado central no puede tener como estrategia política de obtención de votos la confrontación con un sector de su propio estado. El conflicto catalán hunde sus raíces en la historia, y en la actualidad ha escalado peligrosamente. Es imperioso buscar soluciones, es decir,  vías para encauzar el problema.

Los políticos de Madrid, todavía no se dieron cuenta de que la sociedad cambió, que la gente no se quedará en sus casas, que no se puede decir: “váyanse a dormir”. La democracia necesita de más participación, de más claridad en los objetivos y de resolverlo los conflictos en paz.

Josep Puig Bóo

Presidente Mutual Catalana – miembro de la FIEC

La España del tacticismo.

https://www.perfil.com/noticias/columnistas/la-espana-del-tacticismo.phtml?fbclid=IwAR1jURnmFi52Ip1C7rXf2ujgJEEk6ILpzm87EnJveZQZOB5tpbKAxu4iuiQ

La semana pasada comenzó el nuevo ciclo lectivo en España, y con ello muchos programas radiales hicieron entrevistas, llamaron a especialistas en educación y compararon los antiguos modelos educativos con lo que actualmente ocurre en materia de educación.

Uno de los conductores radiales sintetizaba los primeros con un ejemplo: “Aprendíamos las tablas de multiplicar con el cantito para memorizarlas; en la actualidad, en cambio, se plantean problemas a resolver” y las tablas de multiplicar solo se usan como herramientas de resolución de problemas. Estos dos modelos nos muestran formas diferentes de enfrentar la realidad.

Podemos pensar que estos distintos modelos de aprendizaje son aplicables a otras realidades de la vida. Es decir que, frente a un problema, podemos repetir modelos o fórmulas que en otro tiempo sirvieron para resolverlo o enfrentarnos al problema tratando de identificar las distintas posibilidades de resolución que puede tener. Lo que es válido en el orden de la educación bien puede serlo también cuando encaramos la vida en sus variadas dimensiones: la familia, el trabajo y …la política.

Así, decimos que el señor Pedro Sánchez apostó a unas nuevas elecciones. Propuso diálogo, pero no lo ejerció y prefirió dejar correr el tiempo y llamar a unos nuevos comicios. No aceptó ninguna propuesta de Pablo Iglesias, no lo quiere en el gobierno, pero por sobre todo no quiere hablar de ningún referéndum o de ninguna propuesta que pueda ser diferente de lo que ya han propuesto y actuado sobre Catalunya.

La opción es repetir el mantra “dentro de la Constitución” (no fue así en 2011, cuando el PP y el PSOE realizaron una reforma exprés y sin referéndum de la Constitución para cumplir el pedido de la banca: “estabilidad presupuestaria”). El señor presidente en funciones, demostró ser un gran tacticista. Luego de un golpe muy duro que le propinaron los barones del Partido Socialista Obrero Español y que lo dejó medio moribundo, logró resurgir y pudo aferrarse al poder y al gobierno. Hasta el martes pasado, el PSOE tenía la mayoría que se requiere para formar gobierno, pero no la aceptó. No lo hizo porque tiene que pactar, porque tenía que pedir el apoyo de Unidas Podemos y de los independentistas.

Por ello, es posible que espere a que se dicte sentencia en el juicio a los políticos independentistas, que ese dictamen sea ejemplificador y que provoque una gran indignación del pueblo catalán y que salga a la calle como sucedió en 2010 con la sentencia del Estatuto. En ese escenario, Pedro Sánchez podría remozar sus credenciales de adalid de la unidad española mostrando lo peligroso que es el enemigo y que, por ello, hay que unirse para salvar al Reino de España. Pero claramente la vocación unitaria del PSOE es con la derecha, es decir, con los mismos que salvaron a la banca y no miraron los desalojos de la gente.

El gran tacticista del momento puede hacer una lectura muy clara de la realidad y puede lograr más escaños en el Parlamento, así como también podrá lograr un apoyo de la derecha o una abstención que le sirva para formar gobierno. Para todo ello necesita del miedo que produce el cuco catalán.

Queda, así, en evidencia que allí donde hacen falta propuestas y políticas de gobierno solo hay tácticas para lograr un objetivo. Pero una vez que se haya formado gobierno, ¿cómo se gobierna?; ¿con quién se gobierna?; ¿con el IBEX 35? Y, consecuentemente con ello, si no hay perspectiva de largo plazo y todo se agota en especulaciones, cálculos y escarceos para obtener más poder, los pueblos de España asistirán como espectadores a una comedia de enredos en la cual una nueva camada de políticos hace lo mismo que los viejos políticos, esto es, hace marketing y no política y ejercita el eslogan como sustituto de la propuesta y del programa de gobierno.

Es el modo más seguro de convertir la comedia en otra cosa; este tacticismo será solo repetir las tablas de memoria, y no resolverá el problema. Todo ello, terminará vaciando de contenido la democracia, agotando su impulso creador, y ya no será una mera crisis política, será una tragedia.

Elecciones Andaluzas.

https://www.pagina12.com.ar/164636-la-caida-de-un-bastion-socialista

En el día de hoy podemos observar cómo tiembla la Península por los 12 escaños en el parlamento andaluz que ha obtenido la extrema derecha del partido Vox, lo cual instala un fracaso del PSOE para formar nuevo gobierno y, con ello, que lo haga la derecha.

Pero, ¿cómo pudo caer un bastión tan firme del socialismo como lo era Andalucía, y nada menos que facilitando la irrupción abrupta de una formación ultra, como lo es Vox? La respuesta es que el fenómeno no es nuevo, y se explica por el descontento con el modo de ejercer el poder por parte de los burócratas de la democracia, así como por la insatisfacción por los ensambles y roscas que perpetran los políticos al abrigo de la mirada de sus votantes y, en fin, por el rechazo a la influencia de la banca que manipula y tiñe la política y la democracia de fundamentalismo financiero.

El famoso 15 de marzo de 2011, fecha en que nace la formación progresista Podemos, de Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, expresó el hartazgo ante ese estado de cosas e implicó, también, una toma de posición crítica, por parte de un sector de la ciudadanía, ante el europeísmo y el manejo económico del Banco Central Europeo. Y aquí se verifica un fenómeno asaz interesante y curioso: Vox plantea, desde la derecha, parecidos conceptos.

Este partido nuevo tiene su mínima protohistoria. En efecto, finalizando el 2013, Santiago Abascal, miembro del PP y protegido de Esperanza Aguirre, abandona el PP debido a que consideraba que Mariano Rajoy, junto a la directiva, “secuestraron” al partido, “traicionaron” sus “ideas y valores” y no actuaron contra “la corrupción”.

La campaña política andaluza del partido Vox se caracterizó por haber hecho hincapié en temas más afectivos que en los problemas reales de los ciudadanos. Se apuntó al tema de la unidad de España y a la crítica férrea a los independentistas catalanes, al tiempo que se manifestó un rechazo tajante a la inmigración y se impugnó toda forma de igualdad sexual impulsando la derogación de la ley de género.

En Almería, en sus tres municipios, Vox consiguió un diputado por cada uno. Se trata de una zona agrícola y allí resonó fuerte un discurso «voxista» que apelaba a un populismo patriotero con el cual se impugnaban las constantes demandas agrícolas de la Unión Europea en un pie de igualdad con la pérdida concreta del poder adquisitivo. Lo extraño es que nadie recuerde (menos que nadie, el propio partido Vox) en que si Almería llegó a ser una gran región agrícola, ello se debió, en gran medida, a la actividad laboral de una inmigración que viene desde el fondo de los tiempos y que se caracteriza por el abigarrado colorido de su procedencia y por el hecho de que todos esos extranjeros trabajan en armonía y por la riqueza y prosperidad propia, pero también de España. Así, resonó por lo menos extraño el discurso de las huestes de Santiago Abascal pregonando la necesidad de irse de la Unión Europea (UE), cuando es la financiación de Europa la que ha permitido que Almería sea, dentro de España, una potencia agrícola.

Claro que todo ello no es obstáculo para que Vox cuente con simpatías incluso en el seno del electorado inmigrante. En el pueblo de El Ejido, por caso, ganó la formación de ultraderecha blandiendo, como queda dicho, la objeción de fondo contra la Norma Europea. El Ejido era uno de los pueblos más ricos de España, y en 15 años la pérdida del poder adquisitivo del salario fue brutal. La conclusión es que así en Detroit como en El Ejido, la globalización hizo estragos, y la redención de esas regiones abandonadas por la mano de la razón financiera, encuentra, así en Estados Unidos como en España, sus redentores en Trump y en Abascal, que se ven a sí mismos -y así se anuncian- como profetas de la buena nueva proteccionista y «nacional».

El vacío de contenidos en la política es una seña de identidad del presente globalizado que vivimos, y al partido Vox no dejan de caberle las generales de la ley. Se expresa dentro del molde clásico que cultiva la retórica neofascista: frases cortas, explicaciones sencillas para problemas que no lo son y mucha apelación a la emoción antes que a la razón. Y el telón de fondo de semejantes discursos no es otro que una crisis estructural del sistema capitalista donde el trabajo es un bien escaso y el centro neurálgico de todo, y el sistema global luce atravesado por contradicciones duras entre las cuales tal vez sea fundamental la impugnación nacional proteccionista a la dinámica globalizadora.

Para concluir, la presidenta de Andalucía, analizando en una cadena de radio el porqué de los resultados, dijo: «Cuando Juan Marín hablaba de Catalunya, yo le decía que debería centrarse en Andalucía. El último día de campaña, Albert Rivera (presidente de Ciudadanos) pedía el voto contra los independentistas de Catalunya. Y yo siempre he pensado que teníamos que centrarnos en Andalucía y sus problemas. Pero a la vista de los resultados, tengo que reconocer que la que estaba equivocada era yo y Catalunya tenía mucho que ver en estas elecciones”.

Catalunya, entonces, ha estado presente en Andalucía, y no Andalucía misma con sus problemas y aspiraciones. Un fenómeno curioso, sin duda, que se vincula, en parte, con las contradicciones que surcan la formación capitalista global, pero también con el hecho de que en Catalunya se juega la existencia misma del Estado español, pues la independencia de Catalunya dispararía una dinámica centrífuga impredecible y difícilmente controlable.